No hay más puertas que las que cohíben mi mente,
No hay más cerrojos que los inventados por mi alma,
No tengo más asíntotas que las prohibiciones de mi moral:
Laxa.
No quiero más sábanas, que el invierno,
Ni más almohadas, que el resguardo de tu pelo
Y si me viene de repente el miedo,
Que me pille confesado y a cubierto.
Pelos encrespados,
Un susurro del viento,
Lagrimas de cebolla,
Cielo negro de mis mantas...
Y a fuera, la tempestad que trona.
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