sábado, 3 de abril de 2010

Deshojando cuadernos, considerando rendición.

Todas las noches me invento un mundo pequeñito que cabe en la palma de mi mano, un mundo que ríe, que crece entornándose alrededor de la luz anaranjada de mi habitación, un mundo hecho con promesas de mejora, un mundo cimentado en falsas esperanzas de redención, un mundo que se levanta contra los fantasmas del cinismo.

Pero de la misma manera que decide nacer, todas las madrugadas llega el momento del cataclismo, siempre me acabo cansando de ese sueño, de esas teclas hundidas arremolinadas en versos o en párrafos, la vida mas allá de mi vida es un fichero Word.

Un fichero con fecha de caducidad, un fichero inconcluso y maldito que un virus, o un golpe, o una descarga de ira mal enfocada borrara.

Y volverán mis sabanas, mis dulces quimeras eróticas, mis pesadillas sado-solitarias y el sol como un cabrón me dirá que todo se acabo.

Lo cibernético, lo onírico, todo tiene un punto final, que una fuerza mayor, esa que tiñe de marrón nuestras vidas en octubre y de verde pistacho nuestro paseos de marzo, decide trazar de un plumazo.

Escritor aficionado, fallas como un novato ebrio. La gracia de esto, de las alucinaciones de borracho, de las fantasías de crio, de las divagaciones de escritor marginal (tanto en público como en sueldo), está en que ni una mala noche, ni una mala racha, ni un encumbramiento repentino, ni el peor de los olvidos, ni las mantas del descanso diario, ni el sepulcro del descanso eterno, ni un astro rey, ni un padre creador, ni nada de nada, puede dejarnos sin combustible, quietos, muertos de asco en la estacada.

Porque todos esos imprevistos quema-gasofa/jode-depósitos son nuestro combustible.

Levántate, salgamos en viaje de recreo, no te abrigues pero grita, llora si lo consideras necesario, nunca olvides lo que has venido a hacer.

Chirlero en albornoz. Así me siento hoy, de oxido y felpa, hasta los cojones.

4 comentarios:

  1. El secreto está en seguir escribiendo por placer y nunca para que te publiquen. Ese mundo en el que caemoos de madrugada es muy atractivo peor demasiado breve.

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  2. Escribir, escribir, escribir. Crear mundos que se sostienen al soslayo de una mentira. Pero crear mundos, unos tras otros, en el eterno retorno de lo mismo, que es irnos haciendo, poco a poco.

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  3. Nos hacemos a nosotros a base dejarnos los codos en las esquinas y el alma, entintada, en el papel

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