domingo, 19 de septiembre de 2010

Banderas rotas







Hoy el Cierzo, al despertar se ha llevado la lengua a los labios y ha soplado; como todas las mañanas ha sido un suspiro largo, lánguido y calmado, preludio del inmisericorde vendaval que día tras día nos prepara.

Sus vientos cazaban voces por las calles, susurros de madrugada, el forcejeo valiente contra las sabanas blancas, algún gemido también. Sonidos que quedaban prendidos del filo de ese soplo; frio y penetrante que como un bumerán ha vuelto a los oídos de su dueño.

Un huracán sin sparring posible; así se ha debido de sentir, porque tras el primer golpe se la ha envainado y silbando ha girado sobre sus talones (testigos presenciales aseguran que cabizbajo) con las manos en los bolsillos y una lagrimilla colgando.

“Que ya no hay voces que valga la pena esparcir” se ha justificado cuando le ha preguntado el Meteosat.

Y algo así han debido murmurar las lagartijas, que curiosas, se han asomado por las grietas como buscando a un antiguo compañero, a alguien con quien compartir un descanso apoyados en aquellas piedras con musgo que tanto saben apreciar los animales de sangre fría.

El Sol presenciaba los hechos, incrédulo; quién le iba a decirle a él que en pleno septiembre iba a germinar la semilla tardía de la primavera…

Nada de escepticismo, todo lo contrario, con dulzura dirigía hacia nosotros sus rayos; calentando el verde tenue que da color al oasis gris de vida cimentada que tenemos por hogar. Y joder si lo ha hecho bien.

Por un día olía a verde; aunque claro, puede que no sea cosa del Sol, a lo mejor era el río; que hoy parecía emperrado en no volver la vista atrás.

Se dedicaba a discurrir, arrastrando olor a chopo y noguera; olor a vida, a aventura, todas ellas pasadas.

Tenía los ojos vidriosos, sus afluentes le abrazaban y la gente caminaba. Muchos absortos, pensando en el inminente invierno; otros parecían darse cuenta de que hoy nuestra tierra se disfrazaba de Libertad.

Obviando banderas, con fingida entereza, a lo mejor le ha faltado naturalidad… no sabía que hacer este viejo secarral.

Hay que entenderle, (gracias a Dios) no todos los días muere un poeta.





PD: La foto es de un meandro que hace el Ebro con chulería (como mirando al tendido el muy hijoputa...) a la altura Alfocea, la foto es de David Martín Castán (http://www.flickr.com/photos/tucucumba), un paisano. Por favor, no se me tenga en cuenta este sentimiento aragonés del que hoy hago gala; me lo pide el alma.

1 comentario:

  1. Maravilloso colofón para un día tan triste como el de la muerte de nuestro poeta. Un texto genial... cuando el río no quiere volver la vista atrás.

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