viernes, 10 de diciembre de 2010

Cosas de ir de inmortal sin tener donde caerse muerto.





Hay noches en las que las paredes te guiñan el ojillo, enseñan diente y se sonríen; se creen horizontes, te tienden la mano y resoplan.

En noches como esas hay mujeres que se creen cometas, o meteoritos y queman estela; tan rápido como pueden andan, andan y andan y se pierden por las calles sucias de esta ciudad.

No les importa un carajo el destino, sólo piensan en llegar; en sentarse al otro lado de una barra, en apoyarse en un cristal o en cruzarse de piernas y esperar a tener una oportunidad, una mano mejor, un destino que les dé a ellas la pluma.

A martillo y cincel, así pasan las horas, marcando ritmo de cantero en mi espalda, pasan como diapositivas de un viaje lejano, enfiladas, difusas, extrañas y mis yemas no saben que piel palpar. Qué más da, total no tengo tacto de poeta, ni de ciego por mucho que goce de vista cansada.

Los ojos se me cierran y el infierno sigue ardiendo bajo mis pies, bajo tu ombligo o detrás del cielo. Que se consuma el mundo y me deje a mí en paz.

Lejos, que no vea la llama pero sienta el calor, que cuando caiga al suelo me pregunte por qué soy ceniza si no he ardido, que alguien me repita al oído que nací quemado, o que a lo mejor soy todo pólvora sin cartucho.

Pólvora negra, pólvora mojada, polvo cansado con voluntad de explotar.

El viento roba a navaja los besos muertos de la gente y la noche sigue a lo suyo, celebrando que el Sol no tiene qué celebrar y aprovechando que en los bares no pasa nada interesante hace quinielas que apestan a superstición. A amor maldito, a residuo de retrete de bar.

Caen colillas al suelo, bailan hielos en tu vaso y sigue sin pasar nada. En la calle ladra un perro, parpadea una farola y a los yonquis les da por dárselas de cuentacuentos.

Los niños sueñan y la gente responsable espera.

Las lágrimas saben a agua estancada, a whisky de garrafón, a silencio incomodo, a verdad muda. Verdad como que esta noche es otra de tantas, verdad como que el mundo es un traje pequeño que nunca llegamos a llenar, verdad como que para el papel que me han dado que salga otro a escena, que yo me quedo en el camerino.

Verdad como que esto es un hasta luego, una rendición con los dedos cruzados, un no tengo ganas de más, un no me tires de la lengua y déjame en paz.

Tómatelo como una confesión, una sumisa tontería precedida de trompetas.

Que me rindo, que no tengo nada que decir, que esta mecha no arde, este cuerpo no quema, estos dedos no escriben, esta carta no es un as, este cielo no cae sobre nuestras cabezas, esta vida no es para sin ti, estos caminos no llevan a ninguna parte, estos labios no quieren sonreír.

Necesito munición para mi ruleta, me voy a patear la calle. Volveré cuando vuelva si es que vuelvo.

Salud.



Foto de Ernie: http://www.flickr.com/photos/erniebm/. Gran amante de los animales.

5 comentarios:

  1. Vuelve, vuelve que me encanta cómo escribes. no sé si tendrás tacto de poeta o no, pero alma de poeta sí que tienes. Me encanta pasear por los paisajes urbanos y desencantados que describes. Enhorabuena por otro magnífico texto con parpadeo de farola incluido (me ha encantado). Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Me ha gustado mucho, me quito el craneo Sr. Yela W.
    por supuesto tiene que volver y aunque es jodido, tiene que exprimirse y sacar lo mejor de ese coco, por Vd. y por nosotros.
    Vamos a disfrutar.

    ResponderEliminar
  3. Gracias a ambos, la verdad es que el blog requiere cierta atención y entre proyectos personales, trabajos escolares y lecturas atrasadas me noto con pocas ganas de meterle el ratillo de cortesía, así que yo aviso, que el que avisa avisa.

    ResponderEliminar
  4. Y estas son las cosas que te pasan por quedarte el Viernes a ver como me pillaba el pedo de la semana ( el del mes no que será el 29 ) en vez de adelantar tus trabajos Señor ( no diré tu nombre para por si acaso.... )

    ResponderEliminar
  5. Psésiesque yo, pobre de mí, no sé concentrarme y ponerme a hacer trabajos cuando se me ofrece como alternativa la farra y la fiesta. Y nada de señor, que de señor no tengo ni las trazas.

    ResponderEliminar