miércoles, 5 de enero de 2011

Barras de bar.






Arde, como arde una estufa de butano en mitad del desierto, arde el suelo a sus pies, echan chispas las arrugas de su alma y en sus labios se consume un cigarro.

Roba el viento sus cenizas. Como roba lágrimas a contratiempo e insultos de refilón. Dentro del bar el tiempo contiene el aliento y saca pecho. Los segundos se eternizan. Huele a falta de amor y a exceso podrido allá cerca del billar, se pasea un eco de humo por el paladar, brillan los vidrios al otro lado de la barra y los clientes suspiran.

En el pie de la banqueta redobla el tacón de un mocasín negro de la cuarenta y cuatro, su mirada fija en el extrarradio, su mano va del vaso al pelo, fluye güisqui nacional rebajado por su laringe y por su sien cruza como un tiro la voz de Roberto Iniesta.

Canta aquello de que está harto de tanta canción insulsa, de tanta reposición en la dos y de que no se diga lo que cuesta el amor . El muchacho resopla y le echan un brazo al hombro.

Que no te preocupes nano, le viene a decir, con el cinismo goteando del lacrimal el borracho de su vera, que jodidos estamos todos y más lo vamos a estar, se sonríe, y rebusca en su bolsillo, fuego, no encuentra, al parecer estamos faltos de gas.

Almas esbafadas, gente sin chispa. Corre un mechero por la barra, entre jarras y cántaros vertidos y llega a las manos a las que tiene que llegar.

Que escuches nano, prosigue el borracho sin soltar del hombro al joven, que hemos obrado mal, que claro que me arrepiento pero joder... grazna entre chupadas nerviosas de pitillo, yo no me dejo vencer, ¿Entiendes?, que un hombre que acepta su derrota no es hombre nano, un hombre no piensa en tirar la toalla, eso son mariconadas, un hombre de verdad sólo sabe aceptar el K.O.

El muchacho clava los ojos en sus mocasines, que han dejado de repiquetear, yo estoy contra las cuerdas, murmura antes de pegar un trago lánguido a su vaso, su acompañante se ríe y decide negar.

“No”.

Se calla y mide su silencio,toma carrerilla, uno, dos, tres y retoma el hilo.

Habla como hablan los hombres que creen no poder ser contradichos, como un coloso que no llega a ver sus pies de barro, el tío le da al palique, y cuenta lo que tiene que contar, se hace el duro, gesticula, extiende los jirones de su alma por esa esquina mal iluminada de ese bar de carretera.

Salpica de su barba el garrafón, de su mirada el sentimiento de abandono, ahora grita que para cuando le toque bajar a los infiernos no habrá caldera que no esté cubierta de nieve, y que espera que sea de la baratita.

El chico, el de los mocasines negro, parece cansarse y hace amago de recoger y salir por la puerta, el mundo afuera gira. A lo suyo, olvidando a los que quieren ser olvidados.

Los dardos cogen polvo y las bombillas parpadean, el joven desdobla la chaqueta y se la echa al hombro, se tambalea hasta la puerta. Una voz rota le ruge desde lo negro que buena suerte chaval.

El reloj da las tres y el sol pica que rabia. El viento sopla desbocado hacia el mar; arrastra cenizas, saliva y alguna palabrota.

En la parada del bus se agolpan las almas que deciden retomar un camino a ninguna parte.

El joven, antes muchacho del bar y ahora viajero, frota el pie contra el suelo, una, dos veces, y teniendo la certeza de que todo está en su sitio se mete las manos en los bolsillos y clava la mirada en el arcén izquierdo de la carretera.

Camina, y las ruedas rozan la grava sin clemencia, el rugir de los motores le salpica el tímpano y en el horizonte todo parece tener un poco más de sentido. Incluso el andar por andar...

Andar, por lo menos, hasta el siguiente bar.



-.Foto de Don Óscar J. Pintado, titula como esta entrada, parte del verso de una canción de Miguel Ríos. Feliz 2011, esperemos que los Reyes se porten con todos como deben. Yo a lo mío, escribo, leo, espero, miro por la ventana...





2 comentarios:

  1. Me ha encantado Yela. Maravilloso ese verso de Miguel Ríos que inspira el comienzo. Como maravilloso es el tiempo perdido (o ganado a pulso) sobre la barra de un bar, junto a la fauna borracha, pobladores de la noche. Lo cierto es que pertenecí a ese selecto grupo hace algún tiempo, pero cuando comprobé que cada vez las resacas eran peor toleradas por mi cuerpo, decidí abandonar el cuerpo de "bebedores de barra solitarios". Tu texto lo explica muy bien como cuando dice que el mundo gira ahí afuera. Está claro que sobre la barra del bar el tiempo está detenido, bien en una copa de whiskey, bien en el recuerdo de ese último beso o en unos ojos a los que ya no puedes mirar. Magnífico tu texto. Espero que los Reyes se hayan portado bien contigo y que el 2011 venga cargado de felicidad y de escritura. Un abrazo.

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  2. Muchas gracias Marcos, siento tardar en contestar, no me había dado cuenta del comentario... Ojalá haya empezado también bien el 2011 para ti;un abrazo.

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