miércoles, 5 de octubre de 2011

Himnos rotos





Me despierto y entre las sábanas noto como se me enfria el alma, repiquetea un martillo al otro lado de mi ventana y en algún lugar del mundo ella sale de la ducha sin preocuparse de dónde pisa. Se suelta el pelo, que le cae por la espalda como un juego de cuerdas.

Átame, o déjame que me enrede, o que cuelgue mi bandera, o que ahorque mis penas. Te digo, te grito, te suplico.

Y tú sonries y bailas por el pasillo.


Te vi anoche. Te llame por tu nombre y tú te giraste, me miraste con esos ojos de todos los colores y yo no supe que decir.

Qué fácil sería todo si fuese verdad. Si te hubiera visto anoche, si hoy sonase el teléfono y estuvieras al otro lado, si dijeses tres veces mi nombre y me pidieras que cruzará el mundo por ti.


Pero el teléfono pasa de mí, me mira desde una esquina de mi habitación y se encoge de hombros y yo, muerto del asco, prefiero ni mirarle. Huele a fracaso, a calcetín sudado y a otoño. Las paredes tienen la deferencia de disfrazarse de barrotes. Y yo acabo creyéndome que son barrotes. Sueño que soy prisionero de mi desidia y que algún día vendrás tú a sacarme de aquí.


Sueño, porque la gente que no tiene nada que hacer a veces prefiere soñar a vivir, aun a riesgo de que se lo coman los fantasmas. Sólo el sol consigue levantarme, con una caricia zalamera como preparandose para pegarme un bofetón de revés. Miro al despertador, que también guarda silencio, esperando que me mueva para decidir que hacer. Me doy la vuelta y clavo la mirada en el techo.


Y pienso en un futuro sin ti. En empezar a hacer frente a tanta deuda financiera, emocional, estilística y moral...


Resoplo. Que nadie me dijo que la magia era un truco, que las pilas se gastaban, y que los comodines eran de papel pintado. He descubierto que el mundo apesta a rutina, que me mata la falta de ambición, que toda la mierda huele mal y que ya no tenemos nada que hacer cuando hay metástasis.


Que lo podrido está podrido y a lo crudo le faltan cinco minutitos más.


A mí que me dejen mirar por la ventana del tren, que me quiten el plato, se metan por el culo el foie descompuesto y tanta orden muda.

Que ya cansa lo de escribir sin tener nada que decir, sin pretender, sin poder insultar, ni cagarse en, ni desearle la muerte a, ni decir que hasta aquí hemos llegado.


Me gusta comer churros, masturbarme a las retantas. Me gusta no hacer nada, perder el tiempo, no hablar, me gusta llegar a casa cansado sin ganas de preguntar que tal, me gusta pasarme horas sin sonreír, me gusta hasta cierto punto que me ignoren y me gusta hasta cierto punto ignorar sin que nadie tenga que partirse la camisa.

Me gustaría gritar, escupirle al mundo un lo siento disfrazado de jódete. “Perdona por no cumplir con las expectativas pero entiéndeme, que te den por el culo”.


Lo único que sé es que se me escapa la vida entre los dedos, que no me situo en ningún mapa, que cada vez me da más vergüenza mirar a los ojos de alguien cuando digo algo que me sale de dentro.

Sé que te echo de menos. A ti y a los chopos de mi barrio. A mis buenas ideas, a mis noches en vela.

Al villano irrisoria que firma como Yela y al cabrón irredento que no dará su nombre y tendrá la deferencia de no dar el tuyo.


Que el mundo cambia y yo con el mundo, la vida pasa y me voy con ella.


Y tengo miedo de que mañana al levantarme sienta que se me enfría el alma, oiga como pican los obreros el gris de la calle y no me acuerde de pensar que en el algún lugar de mundo tú te cubres con el azul de tu toalla.



-.La foto es una panorámica del callejón donde vivo, la canción de los Red Hot Chili Peppers. Feliz cinco de octubre.




4 comentarios:

  1. "que no me situo en ningún mapa, que cada vez me da más vergüenza mirar a los ojos de alguien cuando digo algo que me sale de dentro"...se me ha erizado la piel. Bueno, creo que ese es el síntoma de una enfermedad extraña que acabamos contrayendo todos los escritores (o en su defecto, los manchafolios :)...Creo que algunos lo llaman verguenza, otros "recelo a ser conocidos"...la verdad es que creo que es una mezcla de ambas, pero al fin y al cabo...si supieramos hablar no escribiríamos:)
    La rutina es una cárcel, efectivamente, cada vez se nos caen más mitos, y el mundo sigue siendo igual de grande...solo que con menos alicientes. Pero se puede escapar, no lo dudes...sin brújula se puede llegar a cualquier otro lugar...y aún quedan islas que merecen la pena...la prueba está en que mi naufragio particular hoy me ha traído hasta aquí, hasta el tesoro de estas letras...y a partir de hoy te sigo de cerca las huellas :) Un abrazo inmenso!
    Favole

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  2. Me alegra mucho que te guste Favole. Tienes razón, gracias a Dios Sabina se equivocó cuando dijo aquello de que no quedan islas para naufragar...

    No sabría si mis letras son un tesoro, me gustaría pensar que más bien son el mapa de uno, pero bueno, que hace ilusión que le digan cosas bonicas a uno.

    Un abrazo.

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  3. Me ha gustado mucho Manu, recuerdos desde Zaragoza.

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  4. Pues muchas gracias desde la soleada Granada.

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