La redención no es algo
al alcance de cuatro versos, por muy buenos sean. No hay en este
mundo nada parecido a un poema redentor, no. El perdón, el triunfo,
el odio, la tristeza no caben en una palabra, ni en una frase, ni en un
libro.
No te voy a mentir, no más
allá de lo estrictamente necesario. Todo esto es un engaño. Son
excusas de papel, fábulas, parábolas que a estas alturas no me
convencen.
Estoy harto de palabras,
perdí la fe en la cantinela del: “no tienes nada que demostrarme,
me basta con un te quiero”. Llegados a este punto lo único que me
importa son los hechos, las demostraciones, quiero dejarme de
conjeturas, de pretéritos subjuntivos.
Creo tener mucho que
demostrar, lo suficiente como para poder permitirme el no
demostrarlo.
Esto es un adiós. Un
adiós enmascarado, sí, pero a la vez es la única entrada que vale
la pena leer de todo el blog, es la única en la que realmente voy a
deciros algo:
No vale la pena.
Escribir es una pasión
inútil, todas las pasiones lo son. Y eso es lo único que las salva,
son desinteresadas; no hay ninguna justificación detrás de un
cuento, de un poema o de una canción. Una frase no cambiará tu
vida, ni tu forma de pensar.
Esto no va ni de vencer ni
de convencer, es un juego de egos. De atreverse a decir “esta boca
es mía y si me sale de la polla te escupo en un ojo”. Reafirmarse,
desligarse y decir que como individuo creo en esto, en la prosa
recargada y vacía, en los cuentos tristes de bar, en llorarle a la
luna.
Pero resulta simplista. La
suma de estas entradas no conforma lo que soy, ni siquiera basta para
esbozarme. Yo es otro, que diría Rimbaud. Y por ahí van los tiros.
Rimbaud era un genio, y para paliar el desencanto tuvo que irse a
Somalía a vender armas. Yo soy un mediocre, me basta con dejar de
publicar.
Y podría haberlo hecho
sin despedirme, pero las cosas no se hacen así. Hay que ser
delicado, brindar una explicación larga y con las cartas sobre la
mesa dar la puntilla, ya sabéis, acabar el párrafo con dos puntos y
ofrecer una síntesis que deje buen sabor de boca. Tal que así:
“Ya no quiero que me
lean, ahora quiero que me vivan”
Entonces te das la vuelta
y si es que aun crees en estos juegos, esperas la ovación, si no te
limitas a escribir una frase austera y cálida. Eso es todo, ahora
sí, ruleta sin balas, vivid felices, yo pienso hacerlo.
Buena suerte.
Manuel Monteagudo, Zaragoza,
10/7/2012.
Estas seguro de que hace falta que te marches?
ResponderEliminarSí, estoy completamente seguro.
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