miércoles, 12 de enero de 2011

Entrando cruzado.




"Una primera frase bien hilada es como un disparo de aviso, seco, cortante y muy esclarecedor. Pero claro, requiere del valor necesario; quien clama al cielo con un colt en la mano lo hace a sabiendas de que hay quienes responden a ese tipo de avisos con otro disparo, no tan cortés.


De todo eso va esto, de balas perdidas y de clamar al cielo. De frases bien hiladas y de reunir el valor. De que te devuelvan el tiro.


Yo soy un cobarde, nunca habia sido quien disparase la pistola, ni siquiera la habia empuñado, yo, pobre de mí, pertenezco a ese grupo de personas que cierran los ojos al oir un tiro.


Por eso, a pesar de lo que el sentido común dicte he preferido no joderos el timpano con una frase contundente, como: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía habría de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.


No os pido que me llameis Ismael, ni os evoco lugares remotos de la Mancha, cuando todo esto empezo no estaba conduciendo un mustang rojo a la altura de Barlow, ni Arthur Ganate me estaba tirando de la lengua.


Esto no es una fábula moral, yo no soy un pescador cubano, tampoco es una retorcida red de paralelismos lingüisticos y retóricos, no es un guiño a nadie, no es un viaje ácido, ni un paseo por mundos fantásticos.


Muggles sin cicatriz, un intento fallido de cruzar el espejo del callejón del Gato, esta historia va de eso.


De niños perdidos que se arrastran desde el bar de la esquina hasta la tercera bocacalle a la derecha, recto hasta el amanecer.


Va de hacerse mayor supongo. De hacerse mayor cuando todo el mundo intenta perpetuarse en su fingida juventud, de ser integro mientras los demás zurcen a cara de perro los jirones de sus almas.


Va de esos tiempos en los que aun viviamos una vida tranquila, realmente tranquila, una existencia monótona siempre tiende a resaltar los hechos que se salen de lo gris. Para lo bueno y lo malo, eramos crios, un charco nos suponia un oceano en el que vivir una aventura inimaginable, pero tambien un lugar donde naufragar y morir ahogados.


El amor sonaba a te quiero despues de la paja, la aventura a amanecer ebrio, el valor era confesar en casa que se fumaba y al futuro no se le veia ni asomar la coronilla por el horizonte.


Días de todo y nada, vísperas de fiestas y mañanas de resaca con noches de las de quemar suela y neuronas de por medio. Una vida normal. Triste, pero es lo que hay, no eramos hombres ricos viviendo en el lujo, ni pobres malviviendo en busca de una oportunidad.


Cargabamos con la desasosegante cruz de pertencer a la incómoda clase media, media-baja, puestos a ponernos puntillosos y a sacar ese orgullo de chucho barriobajero que nos arde en el pecho a los bohemios.


Los bohemios, la gente especial, los que se autodenominan como tal son a fin de cuentas personas normales y corrientes a las que les parecia turbadora la idea de que les metieran en el mismo saco que al prójimo.


Hay quienes no aceptan ni una cosa ni la otra. Gente que rompe el saco. Él era uno de ellos. (...)"



Supongo que Beethoven sintió algo así cuando compuso los primeros compases de su quinta sinfonía. Valga la comparación, uno sabe que no es Beethoven, ni Lorca, ni nadie que se les parezca pero aun con todas, a mi parecer es la mejor obertura que nunca he escrito, parte de un relato de esos que se mandan a concurso a ver si suena la campana. Si me llevo el concurso ya invitaré a una ronda, de no ser así aceptaré ser invitado.


La foto de Adriana Tudela http://efemeridesatg.blogspot.com nubes y nubes allá en Bubal. Me ha costado decidirme entre esta y una de su novio en pijama. Salud y rocanrol.





4 comentarios:

  1. Me gusta la introducción y merece ser premiada. Espero que tengas mucha suerte, Yela. Espero que te invites a una ronda y que tus disparos al aire lleguen bien lejos. Abrazos.

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  2. El comentario sobre los bohemios me ha hecho sonreir, sí, creo que has acertado. La inmensa mayoría de ellos creen estar "dos palmos sobre el suelo".
    Ah, una frase como una bala. También soy un cobarde.
    Saludos.

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  3. Seguro que Alberto en pijama hubiera tenido mucho mas éxito.

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  4. Da igual que le den o no el premio. Hay frases en ese inicio cojonudas. Si suena la campana, bien. Si no suena, bien también. Esas frases ya no se las arrebatará nadie, y fracasar en esto de las letras tiene su punto.

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