martes, 9 de agosto de 2011

Ballad of a nothingman



Iconos del pasado paladean un llanto que sabe a arena. Yo escribo, porque supongo que no sé hacer otra cosa, te confieso que he vivido; poco, tarde y mal, pero lo he hecho; sí,con nefastas consecuencias, tanto para mí como para cualquiera de los míos.

Me arden las tripas, no me cabe el alma dentro;mentí, demasiadas veces como para recordar cual era el motivo que me empujaba a hacerlo. Supongo que simple vanidad. Sin acritud diré que me creí eso que dijo Goebbels de que la verdad está sobrevalorada; compre lentejas señora, y fiese de lo que digo.

Tiemblo al pensar en ojos, en miradas, en clavar mis ideales en tus pupilas y dejarlos ahí. Hondear.

Solamente quise ser un personaje. Jeff Briges cabalgando con un parche en el ojo y el alma recién remendada. Siempre tuve miedo, a la vida, a la muerte, al rechazo y a la soledad. La única manera de curarte los miedos es que te empitonen con ellos. Dicen los toreros, pero que sabrán ellos.

Antes de saltar al ruedo hay que pasar por el burladero. Y a muchos nos puede la tentación de quedarnos a ver la vida desde el otro lado del cristal.

Donde no tiembla el pulso, ni sopla viento, ni hace ni frío ni calor. Cómodos.

Así vivimos los que tememos vivir.

Vivir es aceptar un reto; uno que no tienes muy claro y no te atreves a pedir que te vuelvan a explicar.

Uno que va de conocerse, vencerse, levantarse y volver a empezar. Lanzar cuchillos al viento. Pactar promesas que apestan a aceite de motor. Conjurarse a base de perdones; que no quieres, porque sabes que no mereces, pero que necesitas.

Vivir es andar, moverse, pensar. Sentir que avanzas aunque no vayas a ningún sitio. Es encarar el horizonte. Lejano e incierto. Vacuo, como una utopía, como una promesa de amor. Tan sólo es una excusa. Un manera de no quedarse quieto.

De no dejarse atrapar.

Dicen los santos que los malvados huyen sin motivo y yo les contesto con malicia que siempre hay un motivo para huir. Un salvoconducto. Un peaje que se puede uno permitir. Aunque tampoco te salve de nada.

A mí sólo me salvas tú y de ti sólo me queda el silencio. Palabras que aun tengo escritas en el oído. Mensajes sin botella. Fotos sin marco.

Y ya es tarde, supongo, para irte con la cantinela del “Yo pecador me confieso mudo”.




3 comentarios:

  1. Saludos Yela. Cabalgando llego hasta tus paisajes para encontrarme en un western crepuscular, amigo. Estas líneas son muy cinematográficas. Saludos.

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  2. Supongo k todos tenemos miedo, aunke intentemos disimular riendonos de todo...
    ;-)

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  3. Gracias a los dos.
    La verdad es que si Olivier, que sería de nosotros sin el humor...

    Un saludo.

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